martes, 20 de enero de 2009

Las hormigas melíferas

En los desiertos de Sudamérica, África, Australia y el suroeste de Estados Unidos, las hormigas melíferas almacenan los jugos azucarados de algunas plantas o las secreciones dulces de los pulgones, cuando abundan, para consumirlos durante la estación seca. En cada hormiguero se escoge a varios cientos de obreras para que sirvan de despensas vivientes.



Las recolectoras las sobrealimentan con el liquido, haciendo que sus abdómenes se hinchen hasta alcanzar el tamaño de un guisante, es decir, unas ocho veces lo normal. Cuando están a punto de reventar, las elegidas se cuelgan del techo en una galena del hormiguero, como si fueran una pierna de jamón ahumado.



Cuando llega la estación seca, estos "odres de miel" alimentan a sus compañeras regurgitando el liquido poco a poco, hasta que se vacían por complete Luego se encogen, mueren y se les desecha como si fueran envases comunes.

domingo, 18 de enero de 2009

Los cnidarios

Estamos seguros que más de un lector debe haber encontrado sobre la arena una Fiscalía (Physalia) o «fragata portuguesa» como se les llama comúnmente constituida por un flotador ovalado de unos 8 a 15 cm lleno de gas al cual se unen largos tentáculos, algunos de ellos muy urticantes, que producen un gran ardor y sensación de quemazón al tocarlos, por lo que se recomienda tener mucho cuidado al manipular estos animales.



Estos organismos tienen la peculiaridad que constituyen una colonia, integrada por varios individuos donde cada uno realiza una función a saber: los gonozoides se encargan de la reproducción, los gastrozoides de la alimentación y los dáctilo zooides de la defensa.



El grupo de los cnidarios



También se puede encontrar Velella, de unos 2 a 5 cm de diámetro, de forma oval con una pequeña vela ubicada dorsalmente que le permite flotar y con la colonia en su parte ventral.


Similar a Velella es Porpita pero de forma circular.



Tanto estos dos animales mencionados así como Fisalia se incluyen dentro del grupo de los CNIDARIOS pues poseen en sus prolongaciones una gran cantidad de células especializadas denominadas cnidocitos, que en su interior contienen miles de nematocistos. Cuando la sustancia urticante de miles de estos nematocistos es descargada para capturar sus presas o como defensa porque roza a una persona, es generada nuevamente en 48 horas.

sábado, 3 de enero de 2009

Las ballenas del desierto

Océano Pacífico. Costa de la Baja California. Yves Omer, Bernard Delemotte y Albert Falco siguen a una ballena. Su lancha neumática levanta el motor cada vez que el cetáceo sube a la superficie para respirar, e intenta seguir su trayectoria cuando se sumerge. La persecución dura desde hace una hora. Cada vez que el cetáceo resopla, la lancha neumática se encuentra bien situada respecto a él. Ivés Omer se ha sumergido tres veces con la cámara, pero sólo ha podido obtener unos primeros planos fragmentarios de la cabeza de la ballena.




La tarde va transcurriendo y no nos quedan más que dos horas para conseguir nuestro propósito. Juzgar cuál es el momento propicio para zambullirse resulta extremadamente difícil: si el buceador penetra demasiado pronto en el agua, la ballena hace un giro para evitarlo; pero si se sumerge demasiado tarde, sólo verá pasar delante de su objetivo la cola del animal. Cuando decidimos filmar a las ballenas grises de California durante su migración, pensábamos que sería relativamente fácil captarlas al pasar. En cualquier caso, queríamos recoger informaciones precisas sobre su actitud durante su largo desplazamiento, que las lleva en otoño desde el mar de Bering hasta las cálidas bahías de la Baja California. Pero...




Exploración de las ballenas del desierto




«¡Cuidado!» El grito de Bebert se pierde en el estrépito del agua que se arremolina y salpica. Desde el puente de nuestro barco comprendemos difícilmente lo que ha ocurrido. La lancha neumática estaba en buena posición, los hombres listos para la acción, y de repente todo estalló. Sin duda, la ballena, encolerizada, ha reaccionado bruscamente, a menos que haya dado un coletazo involuntario. El bote neumático es lanzado por los aires y los hombres desaparecen en el mar.




Delemotte se queda atrancado durante un instante entre el cuerpo de la ballena y la lancha. «Mi pierna, mi pierna», gime Omer. En la superficie, Bebert se debate enredado en un embrollo de cabos... Más tarde, cuando hacemos balance del incidente, podemos decir que hemos tenido suerte. Omer, que ha chocado con el borde flexible del bote neumático sólo tiene luxación de rodilla. Delemotte ha sido bamboleado, pero se recupera muy rápidamente.

viernes, 2 de enero de 2009

La ballena Moby Dick


Y no era tanto su enorme tamaño, ni su extraño color, ni incluso su mandíbula inferior deforme lo que la hacía terrible, sino su inteligencia sin igual, que, según informaciones fiables, había demostrado en muchos combates. Sus retiradas traicioneras asustaban tal vez más que todo el resto.


Se sabe de sobra que varias veces, mientras huía de sus cazadores victoriosos con todos los síntomas del pánico, había dado bruscamente media vuelta y, echándose sobre ellos, había destrozado sus embarcaciones o los había lanzado aterrados sobre sus barcos.» (Moby Dick.)




Terror de los balleneros y maldición del capitán Achab en la obra maestra de Melville, el cachalote blanco simbolizaba a todas las ballenas y focalizaba los terrores que inspiraban.


Era el fantasma de las pesadillas de los hombres desesperados, o de los aventureros que, a cambio de un miserable salario, se embarcaban durante largos meses en sólidos veleros a la persecución del monstruo.


Una vez localizado el rebaño, se botaban las chalupas, también llamadas balleneras. En un mar hostil y peligroso, seis hombres en una barca de nueve metros acosaban a un cetáceo de 15 a 18 metros. A fuerza de remos, la ballenera alcanzaba al animal. Se producía entonces el choque, la lucha cuerpo a cuerpo. El arponero lanzaba su arma provista de una larga cuerda. El animal herido huía precipitadamente, arrastrando a la chalupa en su carrera demencial, entrecortada por buceos, bruscos giros y formidables coletazos. Durante la persecución, que duraba a veces horas, la vida de los hombres estaba en constante peligro.




La caza de la ballena Moby Dick




Pero el enorme animal acababa por agotarse al desangrarse, y la chalupa se le acercaba. Un hombre armado de una lanza apuntaba a un punto concreto, cerca del ojo del animal herido, y lo mataba. Remolcado hasta el barco, el cadáver se ataba a estribor, la cola dirigida hacia la proa, y el descuartizamiento empezaba. En el transcurso de cuatro o cinco horas, el animal era cortado en trozos.


Se derretía la grasa en enormes calderos. La cabeza de un solo cachalote daba varios barriles de espermaceti, ese aceite muy puro y valioso que se empleaba en relojería y en la fabricación de cosméticos.


En las visceras del cetáceo se encontraba a veces ámbar gris. Esta sustancia olorosa, que se forma en el intestino del animal, es probablemente el residuo de la digestión de los calamares, y su valor resulta todavía hoy muy elevado. La masacre duró años y los animales fueron escaseando cada vez más. Afortunadamente para ellos, el petróleo sustituyó al aceite de cetáceo para el alumbrado.




La caza de la ballena tuvo un período de descanso. Pero en 1868, el noruego Svend Foyn puso a punto una invención que impulsó nuevamente la actividad de los balleneros: se trataba del cañón lanzaarpones, capaz de clavar a distancia un arpón de cabeza explosiva en el cuerpo del animal.


Unido a la propulsión a vapor, otro descubrimiento de aquella época, el cañón permitió acosar a los rorcuales (ror-cual azul, rorcual franco, yubarta), intocables hasta entonces debido a su rapidez. Al principio del siglo XX volvió la caza a gran escala, después de que se descubriera que el aceite de cetáceo podía utilizarse en la fabricación de margarina y de otros productos alimenticios, farmacéuticos e industriales. Los despoblados mares de la región septentrional y templada del globo fueron abandonados, y los barcos se dirigieron a las ricas aguas del Antartico. Prepararon en primer lugar bases terrestres para tratar a los animales cazados, pero con posterioridad la técnica se mejoró hasta llegar a los modernos barcos factoría, que sirven de base a las flotas balleneras.


La matanza de los rorcuales azules en el Antartico culminó entre los años 1930 y 1940, en los cuales se mataron anualmente unos 30.000 ejemplares. El número de grandes cetáceos descendió peligrosamente. Después de la pausa debida a la guerra, y a pesar de que los rebaños no se habían rehecho durante el período de interrupción de la caza, nuevas naciones practicaron esta actividad. Más de 45.000 cetáceos (rorcuales azules, cachalotes, rorcuales comunes, etc.) fueron abatidos anualmente.



En 1949 se creó en Londres la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que fija los cupos por especies y que define las características de las ballenas que pueden ser cazadas cada año. La tragedia de las ballenas no ha terminado, sin embargo: varios países, en especial la Unión Soviética y el Japón, se niegan a aplicar las recomendaciones de la CBI. Sus flotas son incontrolables e incontroladas.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Las fochas


Pertenecen al género Fúlica las fochas, que durante la época de celo defienden enérgicamente sus territorios enfrentándose con otros individuos de su especie y rociándolos con agua. Para ello arquean primero las alas manteniendo inclinada la cabeza y, si no se produce la retirada de ninguno de los contrincantes, nadan juntos de lado salpicándose mutuamente con ayuda de las alas.




Al cabo de unos pocos segundos, se retirará una de las aves luchadoras, seguida por la vencedora. La especie más común es la focha común o europea (F. aira), frecuente en España, que tiene en el pico una placa frontal blanca.




Como se defienden las fochas




Es una excelente nadadora, tiene las patas verdes y los dedos lobulados. Pasado el período de la nidificación, estos animales gustan de reunirse en grupos a veces muy numerosos y, cuando se sienten molestados, levantan el vuelo después de una larga carrerilla, necesaria para despegar. La focha gigante (F. gigantea), propia de algunos lagos de los Andes, es característica por su costumbre de construirse el nido con piedras formando un islote en el centro de estanques y pequeños lagos.




En España es rara la presencia de la focha cornuda (F. cristata), propia de África, que se distingue fácilmente por su placa frontal ahorquillada por la parte superior, formando dos especies de cornetes de color rojo. Hay que recordar finalmente el rascón de Tristan de Cunha (Atlantisia rogersi), el rascón de bosque (Tricholimnas sylvestris) de la isla de Lord Howe (en el Pacífico), los géneros Rallina indoaustraliano, Rallicula de Nueva Guinea y Aramides de América del Sur.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Osos marinos

Día 7 de marzo de 1968. Ayer, frente a las costas del cabo de Buena Esperanza, nuestros buceadores se han encontrado, entre las algas que rodean a la isla de las Focas, un oso marino de un año.»



Esta observación, anotada apresuradamente en el diario de a bordo del Calypso, marca el principio de una aventura entre las más divertidas y conmovedoras que he vivido en el curso de los años pasados en contacto con los animales. Durante la «gran travesía» que nos llevó a todos los mares de nuestro planeta para filmar a los animales y los lugares más insólitos, decidí un día adoptar a dos otáridos. Eran dos jóvenes machos, a los que pusimos Pepito y Cristóbal, y que mantuvimos a bordo del Calypso durante varios meses. Pero antes de relatar esta historia, digamos unas palabras sobre los otarios. La longitud total de los animales de la familia de los otáridos varía entre 1,50 metros y 3,50 metros, y su peso va de los 35 a los 350 kilogramos, siendo las hembras mucho más pequeñas que los machos.



Que son los osos marinos



Los otáridos pertenecen al orden de los pinnipedos. Se distinguen de las focas (fócidos) y de las morsas (obedénidos) por la presencia en ellos de pabellones auriculares, aunque sean pequeños, y por la estructura del cuerpo, particularmente esbelta. Su cola es corta, y los miembros anteriores se han transformado en grandes aletas, cuya longitud alcanza la cuarta parte del total del cuerpo. Sus miembros posteriores, que pueden doblarse hacia adelante bajo el vientre, les sirven para desplazarse con bastante rapidez en tierra firme.



Los dedos de sus manos y los de los pies están unidos entre sí con una membrana interdigital sostenida por cartílagos. Mamíferos muy gregarios, sobre todo durante la época de celo, pueden ser vistos en tierra rebaños compuestos por centenares de individuos. Según su tipo de pelaje se dividen los otáridos en leones marinos (de pelo áspero) y osos marinos (de pelo corto), suave y apretado, tan apreciado en peletería.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Las yubartas

Macizas y pesadas, dotadas de aletas pectorales largas y finas, las yubartas (Megaptera novaeangliae), también llamadas ballenas xibartes, al sumergirse arquean su espalda como si tuvieran una joroba.




Bajo la superficie entonces impenetrable del mar, los balleneros no podían sospechar la belleza, el encanto fluido de estos misticetos, ni el impresionante despliegue de sus aletas pectorales blancas. Viajeras infatigables, las yubartas migran con regularidad desde las aguas polares hacia los mares tropicales, y viceversa.


Por lo general se las encuentra en el Caribe hacia la mitad de febrero, especialmente en los canales poco profundos que dividen al archipiélago de las islas Vírgenes. La caza de la ballena xibarte está prohibida por la Comisión Ballenera Internacional, como lo está la de las diferentes ballenas francas, la del rorcual azul y la de la ballena gris. En la actualidad se pueden elaborar los productos obtenidos tradicionalmente de las ballenas sin tener que recurrir al exterminio de los cetáceos.




Estos han proporcionado durante decenios materiales básicos en la fabricación de bienes de consumo: aceite bronceador, lápiz de labios, jabón, margarina, alimentos para perros y gatos, abonos, aceites de alumbrado, sin olvidar las famosas ballenas de los corsés y paraguas, fabricadas a partir de las barbas de los misticetos. Hoy día existen en todos estos casos productos sustitutivos. «¡Resopla. Allí, allí, allí!» La tripulación del Calypso utiliza el grito tradicional de los antiguos balleneros para indicar que una ballena ha sido avistada. Provistos de cámaras, Francois Dorado, Raymond Coli y mi hijo Philippe embarcan en una lancha neumática. Este macho solitario, probablemente el explorador y cabecilla de un rebaño que se dirige hacia el norte, mide 16 metros y pesa unas 50 toneladas.




Como es la vida de las yubartas




Después de subir a la superficie para respirar, desciende rápidamente a unos treinta metros de profundidad. Desde el helicóptero gracias al cual dirijo las operaciones, lo veo evolucionar en el seno de las aguas como una enorme nave con alas delta.




Veloz, Raymond Coli se introduce en el agua encima de la silueta estilizada del animal. Por supuesto, un buceador no es capaz de nadar tan rápidamente como una ballena, y la única cosa que puede hacer Raymond es enfocarla unos pocos segundos para obtener unas imágenes al pasar. Propulsada por su potente cola, la yubarta boga sin esfuerzo a 10 kilómetros por hora. Si siente la necesidad, puede mantenerse a velocidades de 20 ó 30 kilómetros por hora: filmarla bajo el agua es cuestión de suerte. En la proa de la lancha neumática lanzada a toda velocidad, Philippe espera el momento de zambullirse para recoger a su vez una imagen del animal.


Con esta técnica, después de un día entero de trabajo, decenas de inmersiones y kilómetros de acrobacias en la lancha, llegamos al resultado de unos pocos metros de película utilizable, en los que sólo aparece la silueta decepcionante de una gran cola que se aleja... Con un aletazo, la yubarta gira bruscamente para huir de Philippe, que se encuentra allí, en algún lugar bajo la espuma.


Luego realiza una ágil media vuelta. Una vez más, Philippe ha sido despistado. Desde el cielo, me doy cuenta de las dificultades de la empresa. Los esfuerzos de los buceadores y de los operadores, por muy expertos que sean y por muy entrenados que estén, resultan irrisorios frente a la agilidad, la potencia y la masa de estos animales marinos, que quizá nos consideren como nosotros consideramos a las hormigas.



De todas las ballenas de gran tamaño, la yubarta es la más juguetona. Se la ve a menudo saltar muy alto por encima de las olas antes de caer con gran estrépito. Es también muy hermosa. Una antigua ley inglesa la designaba como el «pez real». El término pez resulta evidentemente impropio para definirla, pero su aspecto es en verdad real.


La cara inferior de su aleta caudal parece formada de piel de armiño, y sus aletas laterales, de una longitud igual al tercio del cuerpo, son también de una blancura resplandeciente. Nuestra amiga la ballena xibarte, que acaba de gastar una broma a Philippe, parece atraída por los remolinos que provocan bajo la superficie del mar las palas del helicóptero. Viene a refrescarse debajo de este ventilador gigante. Después de abonadonarnos tras un potente coletazo, nos observa y nos saluda cordialmente con su aleta.