jueves, 18 de septiembre de 2008

Vida en familia de los osos marinos

A las hembras se las reconoce a primera vista. Mucho menores y más delgadas que los machos, tienen un pelaje uniformemente corto en todo el cuerpo, mientras que el de los machos adultos es más largo y más espeso sobre cuello y hombros.




Después del breve período de calma vigilante del que acabo de hablar, la llegada de los primeros escuadrones de hembras trae la confusión. Los combates que se desencadenan entre los machos son ahora más crueles, en tanto se multiplican los arrebatos. Aparentemente, la conquista de un harén justifica los peores procedimientos. Los machos no se atreven a abandonar el territorio conquistado.


Colocados en el centro, aúllan para manifestar el odio que sienten por sus peligrosos vecinos, así como para atraer a las hembras. Estas, en cuanto llegan al alcance del hocico, son aferradas a dentelladas y arrastradas sin miramientos hasta el centro del territorio.


Pero apenas ha dado la vuelta el macho para consagrarse a una nueva conquista, el vecino le ha arrebatado la precedente... La zarabanda dura así horas enteras. Sucede en ocasiones que una hembra en disputa es agarrada por la nuca y por las patas posteriores por los pretendientes, que no vacilan en herirla así gravemente.




Como es la vida en familia de los osos marinos




Por lo demás, las hembras que llegan a los lugares de apareamiento se disponen a parir la cría que han concebido el año anterior. Y tienen urgencia de encontrar un compañero. Los machos apenas han de esforzarse en seducirlas. Por lo demás, las últimas arribadas de hembras son tan numerosas que a la mayoría de los machos no les será difícil satisfacer sus exigencias.




Los dueños de los mejores territorios están rodeados de una quincena de compañeras hembras; los demás tienen cuatro o cinco. Entra en juego la selección natural, pero la mezcla de los caracteres genéticos es muy grande, por lo que el riesgo de consanguinidad resulta casi nulo.



El nacimiento de los pequeños tiene lugar a veces el mismo día de la llegada de las hembras; otras, unos días después.