Ha llegado la hora de enfrentarnos por primera vez a un rebaño de morsas del Ártico. Después de mucho buscar en la nieve y la bruma, y con la ayuda de nuestro guía esquimal, en apariencia indiferente a las condiciones climáticas para nosotros insoportables, encontramos por fin las morsas en esta herniosa mañana primaveral. Amontonadas unas sobre otras, van a la deriva sobre un témpano de hielo.
Los manuales de zoología nos enseñan que se trata de mamíferos pinnipedos cuyo nombre científico es Odebenus rosmarus. Los esquimales las llaman a veces «las que marchan con los dientes». De hecho, es común ver a una morsa izarse sobre el hielo sirviéndose de los dos largos colmillos que caracterizan a la especie.
Importancia de las morsas para los hombres del ártico
Los machos miden entre tres y cinco metros, y las hembras tres metros aproximadamente. Los primeros pesan entre 1.000 y 1.500 kilogramos; las segundas cerca de 800. La especie se divide en tres subespecies: las morsas del Ártico, las del mar de Laptev y las del Pacífico. Algunos autores hacen otra clasificación, que comporta solamente dos subespecies. Se calcula que, a mediados del siglo XVIII. vivían en el Pacífico unas 200.000 morsas. En la actualidad quedan menos de 45.000.
Anualmente, una parte de esta población desaparece todavía a manos de los cazadores; por desgracia, el índice de natalidad entre las morsas apenas supera el 10 por 100. Al final, no se puede sino temer la extinción de la especie. Sin embargo, algunas de las medidas de protección adoptadas recientemente hacen pensar en su supervivencia. Hoy día, sólo los esquimales y los chukches —población indígena del extremo nororiental de Asia— pueden cazar morsas, estando estrictamente limitado por la ley el número de animales abatidos.
Pero, ¿por qué esta caza despiadada, que ha reducido la población de morsas al grado de amenazar la supervivencia de la especie?
La respuesta es sencilla. Para los hombres del Ártico, la morsa representa una fuente de subsistencia que responde a sus necesidades fundamentales. La muerte de una morsa asegura por mucho tiempo la vida de toda una familia esquimal.
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