El hoazín u hoatzín o pájaro fétido (Opisthocomus hoazin), llamado así por el olor desagradable que emana, presenta unas características anatómicas tales que dificultan en gran manera su clasificación sistemática. En esta obra, siguiendo a la mayoría de los estudiosos, se sitúa en una familia de por sí (Opistocó-midos) y forma parte del orden de los Galliformes. Mide 30 cm de longitud (con otros tantos de cola), es de color oscuro con manchas blancas en el lomo y posee las zonas inferiores más pálidas; las plumas remeras son de color marrón; su larga cola es bastante oscura; la cabeza está adornada con un penacho de plumas eréctiles.
Son típicas entre sus características anatómicas la forma y aspecto del buche, hasta tal punto dilatado que provoca dislocación de las espaldas y del esternón, así como una reducción de la curva del esternón y de los músculos utilizados para el vuelo. Ciertos rasgos del hoazín parecen incluso entroncarlo con aves actualmente extinguidas.
La estructura del ala recuerda, en el individuo joven, la del Archaeopteryx, debido a que los dedos primero y segundo poseen verdaderas uñas, movidas por unos músculos particulares, que ayudan al animal a agarrarse a las ramas de los árboles, a los que consigue trepar a la manera de algunos reptiles. El desarrollo de las plumas rémiges sufre un retraso, probablemente como consecuencia de esta adaptación específica.
Características del ave hoazín
Nos encontramos pues frente a un "fósil viviente" o frente a un eslabón de conjunción entre las aves primitivas y las más evolucionadas, aunque sólo sea considerando la estructura del buche que, como señalábamos anteriormente, tiene unas dimensiones insólitas y está constituido por una larga serie de cámaras separadas, dentro de las cuales, y al pasar de una a otra, se comprime y tritura el alimento. La dieta de esta ave está integrada por hojas, flores y frutos de diversas plantas y se completa ocasionalmente por pececillos o pequeños cangrejos capturados en aguas someras.
Las crías se alimentan del amasijo que se forma en el buche de sus padres, hasta el que llegan introduciendo la cabeza en la boca de aquéllos. Aun cuando las crías sean nidícolas, muestran muy pronto una franca tendencia a explorar las zonas circundantes, lo que efectúan ayudándose con las uñas que tienen en las alas y con su robusto pico, que les permite trepar por los árboles. Sin embargo, sucede a menudo que de pronto se hace necesario protegerse de los enemigos, en cuyo caso las crías se lanzan rápidamente al agua, donde nadan con gran habilidad y se zambullen para reaparecer un poco más lejos y encaramarse a otro árbol.